Parece que en los últimos tiempos el Mundo Antiguo ha entrado pisando fuerte en Hollywood, con producciones de muy desigual factura y fortuna, mientras que en paralelo se ha desarrollado un prolífico subgénero con personalidad propia (e importantes réditos en taquilla), el de la ficción pseudohistorica/pseudomitológica, en el que podemos clasificar cintas como 300 (2006) y su secuela 300: Rise of an empire (2014), la dupla Furia de titanes (2010) e Ira de Titanes (2012), la saga de Percy Jackson (2010, 2013, 2016) o Hércules (2014), por no hablar de series tan populares como Spartacus (2010-2013).
Esto por nombrar solo algunas de las más recientes. Y parece que la industria del cine estadounidense sigue decidida a explotar el filón de la (pseudo)mitología de la Antigüedad y se dispone a explorar otro contexto con un enorme atractivo potencial para el gran público: el mundo egipcio.
Estos días, paradójicamente coincidiendo con la presentación del n.º 4 de Arqueología e Historia: Egipto. El libro de los muertos (a la venta el 27 de noviembre), se ha presentado el tráiler de un nuevo film que verá la luz en febrero del próximo año y que, a bien seguro, no dejará indiferente a nadie. Hablamos de la película Gods of Egypt (Dioses de Egipto), protagonizada por actores tan populares como Nikolaj Coster-Waldau (Juego de Tronos) como Horus o Gerard Butler (300, Beowulf & Grendel) como Seth. Dirigida por Alex Proyas, el argumento gira al héroe mortal Bek, que se aliará con el dios egipcio Horus en una importante misión para salvar al mundo de las garras de Seth, dios de la oscuridad, y rescatar a su amor.
En la actualidad tanto el cine como las series de televisión son una poderosa fuente de transmisión de ideas y de información, y para buena parte del gran público su único medio de acercamiento a la historia y cultura clásicas. Tras ver este tipo de productos audiovisuales, en muchas ocasiones el espectador abandona la sala de cine creyendo que ha aprendido una pequeña parte de nuestra historia. Pero ¿lo ha hecho?
Por ello, desde Desperta Ferro Arqueología e Historia queremos lanzaros una pregunta e invitaros a reflexionar con nosotros sobre este fenómeno. ¿Podemos considerar este tipo de películas como una herramienta válida para la difusión de la historia y cultura clásicas, o simplemente aceptarlas como un mero producto de entretenimiento sin mayores aspiraciones? ¿Todo vale para llegar al gran público, o se deberían trazar una serie de líneas rojas que nunca deberían cruzarse, incluso aceptando una política de mínimos en la ardua tarea de la divulgación histórico/cultural? ¿Pueden incluso llegar a ser armas de doble filo al dar una imagen distorsionada del Mundo Antiguo? En definitiva, ¿qué opinión os merecen?
Os dejamos el tráiler de Gods of Egypt.
El 99% de las películas que se llaman históricas no lo son,sólo buscan el negocio y nada más. La Historia es una ciencia, y tratada como tal no es válida como negocio para Hollywood.
Me parece que a estas alturas de la película, ya somos algo maduros para diferenciar un producto de entretenimiento de la idea de aprender historia. El cine entretiene, y aunque hay notables y diversas maneras de cómo el cine puede acercar la historia (o una parte de ella) al público en general, no debe servir para aprender… sino, si acaso, para despertar la curiosidad. Y en eso sí que es una herramienta valiosa: salir de la sala de cine y pensar «pues me interesa esto, voy a buscar un par de libros sobre el tema». Sucede lo mismo con la novela histórica, que entretiene y a la que uno se acerca para disfrutar de un ejercicio de literatura (aunque muchas veces esta brille por su ausencia en el género): picar la curiosidad y animar a leer. El estreno de ‘Troya’ en 2004 hizo agotar las tiradas de la ‘Ilíada’ en algunas librerías (otra cuestión es que se leyera realmente el texto homérico), pero del fenómeno cinematográfico sacamos algo positivo: atizó la curiosidad del público en general y eso es muy positivo. ‘300’ hizo algo parecido con las ediciones de Heródoto (sin llegar tan lejos) y surgieron libros diversos sobre Esparta. ¿Esta película despertará la curiosidad por la historia de Egipto? (que por otro lado siempre despierta interés). Bienvenido sea y que sirva para eso. Pero nos sentamos en la butaca de una sala de cine para entretenernos, no para aprender; o deberíamos tener clara esa distinción.
Ya sea ficción histórica, mitológica o fantástica, hablamos de ficción. Y creo que no es legítimo exigir a la ficción criterios didácticos o científicos de ningún tipo, sin excepciones. Sería pretender poner límites a la libertad creativa, y eso es muy triste. El sentido del cine o la literatura no es transmitir conocimiento, sino entretener, conmover, inspirar… critiquemos si no cumplen eso. El reto, en todo caso, es que la sociedad sea capaz de distinguir entre ficción y ciencia, pero eso ya es otra historia.
Coincido con Oscar. Como medio para documentarnos sobre historia y mitología no es válida. Entretienen y mucho y sobre todo pueden acercar a un público generalista a obras de carácter histórico y dado que los historiadores tenemos que mejorar mucho en difusión se agradecen estas pelis
Estoy bastante de acuerdo con lo dice Óscar, pero las películas pueden llegar a ser herramientas didácticas útiles. Recuerdo que en el colegio, en la asignatura de Lengua y Literatura Gallega nada menos, visionamos «El nombre de la rosa». La cosa venía a cuento de que estábamos estudiando las cantigas gallegoportuguesas, su simbolismo, en qué contexto surgen (Cruzada Albigense, Camino de Santiago, etc.). Y ver la película sirvió para discutir un poco en clase sobre la vida medieval (quizás en este sentido ver una película sobre una historia y con personajes inventados pero bien ambientada sea más útil).
Y en Cultura Clásica vimos varias (la adaptación de «Julio César» con Marlon Brando, «Espartaco», etc.). Si las películas son buenas como producto cinematográfico pueden servir para captar la atención sobre todo de los jóvenes, para que algunos personajes y hechos muy básicos se les queden grabados y a partir de ahí ya se habla, se profundiza y lo que haga falta.