Aprovechando que el Día internacional de la Arqueología fue el pasado 24 de Julio, qué mejor tributo que repasar la trayectoria del proyecto de investigación arqueológico. Desde el papel y lápiz, al pico o el cincel.

Filippo Palizzi (1865)

Pintura de excavación en Pompeya por Filippo Palizzi (1865)

Y es que el trabajo del arqueólogo no solo está en el campo; hay que empezar por recluirse en archivos, bibliotecas o ayuntamientos para repasar las diversas fuentes escritas que puedan presentar evidencias de la existencia de algún yacimiento. Algunas de estas fuentes son de autores clásicos que sitúan ciudades o tumbas relevantes en un espacio concreto, o de cartas arqueológicas que evidencien yacimientos descubiertos,  excavados o no. Después, es primordial consultar archivos geográficos actuales y pasados para poder situarlos en un espacio determinado.

Cuando el trabajo de gabinete termina, y nuestras sospechas en cierta medida se confirman por escrito, es cuando debemos materializar nuestra hipótesis de partida. Nuestra hipótesis cambiará según el curso de la actuación, y es algo que se debe asumir cuanto antes.

Por lo tanto, tras formular nuestra primera idea acerca de lo que buscamos y consecuentemente, lo que queremos encontrar, solo nos queda hacernos con un equipo especializado y algún promotor o entidad pública que avale nuestro proyecto. Con todo esto y una organización de trabajo adecuada… ¡Vamos por el buen camino!

Una vez nuestro yacimiento está ubicado en un determinado espacio, es la hora de pisar el terreno para comprobar a priori que nuestra hipótesis se acerca a lo planteado. A ello se le denomina prospección, un método cada vez más utilizado y que en próximas entradas en el blog veremos su relevancia en la arqueología del futuro.

Si la prospección da luz verde… viene lo más complejo: la excavación. Recordando la definición de Renfrew y Bahn, habría que añadir que la excavación es la forma destructiva de recuperar contextos históricos. Por lo tanto, son únicos y, en consecuencia, irreversibles.

Para proceder a excavar hay que tener muy en cuenta  la formación del suelo, porque definirá el estado del yacimiento y lo que este contenga. Así pues, nuestra clave será la estratigrafía.

Tarta que imita las capas de la tierra de un paisaje desértico.

Tarta que imita las capas de la tierra de un paisaje desértico

La estratigrafía es algo intrínseco en la propia definición de la Arqueología como disciplina científica, y las distintas tendencias en la aplicación del método han dado importancia tanto al plano horizontal (contexto) como al vertical (tipología). Uno de los pioneros en atender al orden del suelo fue Pitt- Rivers a mediados del siglo XIX, un exmilitar seguidor de Darwin, instauró la meticulosidad en la recogida del registro arqueológico para poder constatar su evolución artística dentro de un contexto cultural (hay un museo que lleva su nombre en Oxford).

Décadas más tarde, Mortimer Wheeler revolucionó el panorama arqueológico situando a la estratigrafía al mismo nivel de importancia que los contextos horizontales. Para ello creó un modo de trabajo diferente basándose en una organización espacial del trabajo en cuadrículas creadas con testigos estratigráficos. Según las capas de la tierra, se registraba la evidencia arqueológica y hasta que no se terminaba la excavación, no se destruían los testigos para ver el contexto en área.

Hasta mediados del siglo XX, el método de excavación era una herramienta para conocer la evolución y cronología del registro material encontrado, que se vinculaba a un pueblo o comunidad específico. Pero todo esto cambia a manos de Ian Hodder, utilizando un yacimiento único: Çatal Höyük.

Evolución de los métodos de excavación en Arqueología

Evolución de los métodos de excavación en Arqueología.

El método científico y estratigráfico encontró un porqué. El cambio teórico que sufrió la Arqueología en esta época propició el cambio en la propia práctica arqueológica. El postprocesualismo creó la “excavación en área”, un método usado para entender el contexto y no el objeto. Este método pervivió junto al Wheeler, aunque finalmente se impuso sobre este.

Lo que es cierto, es que según el tipo de yacimiento, húmedo, seco o derivado de una catástrofe natural única, el método a desarrollar será distinto. Un caso cercano y por el que la arqueología da gracias es Pompeya, un yacimiento conservado óptimamente por ser sepultado bajo cenizas volcánicas. Este hecho supuso una preservación de la ciudad romana en condiciones extraordinarias.  El modo de excavación en este caso fue particular, por ejemplo los cuerpos de los habitantes de la ciudad fueron recuperados en moldes de yeso. En el n.º2 de Arqueología e historia “Los bajos fondos de Roma”, puedes encontrar un artículo sobre la prostitución en la ciudad sepultada por las cenizas volcánicas, un ejemplo de la información que se pudo averiguar en este yacimiento gracias a su preservación.

Cómo se realiza un molde de un cuerpo sepultado y descompuesto

Cómo se realiza un molde de un cuerpo sepultado y descompuesto

Los métodos usados hasta ahora, no son perfectos y no hay una metodología única y universal en arqueología, pero sí malas prácticas. La improvisación en este trabajo es clave, como comentamos previamente, la hipótesis de partida cambiará según las necesidades del yacimiento; de otro modo, la interpretación distará de la realidad.

Por último pero no menos importante, cuando el trabajo de gabinete nos ha ofrecido una hipótesis de partida, el material está recogido exhaustivamente, el método de excavación ha sido el apropiado al contexto que se excava, el equipo ha sido competente y los descansos para el bocadillo han sido aprovechados gustosamente; el siguiente paso será el de laboratorio y análisis. La interpretación de los resultados es el objetivo principal de nuestro trabajo. Es el momento de llamadas de teléfono a colegas de profesión para dudas, consultas en trabajos de similares características… en definitiva, es el momento de volverse loco.

Y después de esa locura transitoria, todas las preguntas tendrán una respuesta más o menos aproximada, se pondrán por escrito y gráficamente las evidencias encontradas para finalmente exponer a la sociedad el resultado final, como único y principal objetivo de nuestro estudio.

Del arqueólogo a la sociedad: por y para ella…

 

Bibliografía:

RENFREW. C, BAHN. P (2011): Arqueología. Teorías, métodos y prácticas. Madrid: Akal.

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