El yacimiento arqueológico donde se han recuperado un mayor número de elementos relativos a esta práctica ritual ha sido en la ciudad ibérica de Ullastret (formada por los asentamientos del Puig de Sant Andreu y de l’Illa d’en Reixac), capital de la tribu de los indiketes. Los dos yacimientos que conforman esta gran aglomeración, excavados desde el año 1947, han aportado más de cuarenta individuos identificados a partir de restos de mandíbulas, cráneo-maxilares y dientes aislados. La primera vez que se reconocieron restos humanos de este tipo fue en 1969, cuando se excavó un silo del Puig de Sant Andreu, cerca de una de las poternas de la muralla. En su interior apareció un depósito formado por tres cráneos de hombres adultos junto a una espada mutilada. En el mismo yacimiento se han documentado también restos craneales en otros silos, en una cisterna y en los alrededores de algunas de las puertas del oppidum. No obstante, el conjunto más numeroso corresponde al que se ha hallado en un edificio de carácter aristocrático situado en la parte centro-occidental del hábitat. Durante su excavación se recuperaron numerosos restos craneales junto a armas mutiladas (espadas de tipo la Tène y lanzas) con signos indiscutibles de violencia y de enclavamiento. Es evidente que todos ellos fueron expuestos en lugares abiertos y visibles: fachadas, accesos, patios y pórticos.
En la mayoría de los casos de Ullastret se puede observar como los huesos craneales están alterados como consecuencia de una larga exposición a la intemperie durante el proceso de esqueletización. Hay casos en que se observan marcas de la decapitación peri-mortem y acciones rituales peri-mortem y post-mortem. Algunos ejemplares presentan ambos tipos de lesiones. En el primer grupo se detectan cortes transversales en la base del mentón y del cráneo. Fueron practicados necesariamente con un instrumento cortante y pesado blandido con una fuerza considerable para cortar el hueso. En el segundo grupo se observan incisiones verticales en zonas del cráneo donde se insertan músculos y que, en función de su localización y de su dirección, se puede determinar que fueron realizadas una vez la cabeza ya estaba separada del cuerpo. En este mismo grupo también se incluyen las incisiones paralelas y poco profundas efectuadas durante el proceso de desollamiento del cuero cabelludo. Numerosos restos también presentan una perforación vertical efectuada por un clavo de hierro que atraviesa el cráneo. Esta última acción siempre se efectuaba cuando la cabeza ya se había separado del cuerpo. En algunos casos, antes de trepanarla, se preparaba el hueso rebajándolo con un utensilio de hierro para no fracturar el cráneo en el momento del impacto. Todo este procedimiento se hacía para poder exponer las cabezas en un lugar visible.
En el año 2012 se realizaron diversas intervenciones arqueológicas en el Puig de Sant Andreu (Ullastret) con la finalidad de verificar resultados obtenidos a través de prospecciones geofísicas previas realizadas por el Deutsche Archäologische Institut. Las excavaciones permitieron documentar un tramo de una calle principal del asentamiento, sobre la calzada de la cual reposaban diversos restos craneales humanos en un estado de conservación excepcional. Efectivamente, se identificaron 15 fragmentos que, una vez reconstruidos y estudiados en el laboratorio, se pudo certificar que correspondían a 5 individuos. Su proximidad respecto a la entrada de un gran edifico sugiere que habrían sido expuestos en su fachada exterior durante un cierto tiempo a finales del siglo III a.C. y/o inicios del siglo II a.C.
La extracción de estos restos craneales se hizo con la máxima precaución posible, junto con la tierra que los rodeaba, con la voluntad de obtener la mayor cantidad de información. Con este fin se constituyó un equipo multidisciplinar de investigadores y se estableció un protocolo de estudio que contemplaba la consolidación, reconstrucción y estudio antropológico y analítico de los restos. Este largo proceso se inició con la realización de diversas pruebas de diagnosis por la imagen (Tomografía Axial Computerizada 3D y radiografía digital), que permitieron obtener una visión precisa de los restos en sus bloques de tierra y realizar una primera evaluación del estado de conservación de los mismos para programar su consolidación, restauración y estudio en el laboratorio.
Los estudios antropológicos han permitido determinar aspectos básicos como la edad estimada a la que murieron los diferentes individuos y ha aportado detalles sobre las enfermedades y traumatismos padecidos en vida. La observación detallada de los huesos evidenció lesiones (cortes y golpes) ocasionados durante conflictos violentos de los que fueron protagonistas así como marcas provocadas durante la manipulación posterior a su muerte para transformar y preparar los restos para su exhibición. Paralelamente, en laboratorios especializados, se han realizado análisis de ADN, de isótopos estables y otras pruebas analíticas con la finalidad de determinar la identidad de los restos humanos, posibles vínculos familiares, procedencia y obtener datos de su alimentación. Además, a partir de las imágenes obtenidas mediante TAC, y considerando la edad y el sexo, se ha realizado una reconstrucción facial del cráneo mejor conservado, recuperando de manera bastante aproximada el aspecto original de este individuo.
En síntesis, la mayoría de los restos humanos aparecidos en Ullastret presentan trazas de violencia por un lado y de tratamiento post-mortem por otro, por lo que es razonable atribuirlos a enemigos muertos en combate, exhibidos posteriormente como trofeos en lugares públicos y muy frecuentados de la ciudad. Esta práctica concuerda perfectamente con los textos clásicos que hacen referencia al ritual de exhibición de cabezas cortadas practicado por algunos pueblos celtas como los galos. El historiador Posidonio de Apamea (ca. 135-51 a.C.), por ejemplo, relataba que una vez terminado el combate se colgaban las cabezas cortadas de sus enemigos en el cuello de sus caballos para trasladarlas a sus poblados con el fin de mostrarlas públicamente en las entradas de sus casas.
Bibiana AGUSTÍ Arqueoantropóloga, In SITU S.C.P.
Ferran CODINA Arqueólogo, Museu d’Arqueologia de Catalunya-Ullastret
Antònia DÍAZ-CARVAJAL Arqueoantropóloga, In SITU S.C.P.
Laura LARA Restauradora Museu d’Arqueologia de Catalunya-Girona
Gabriel DE PRADO Arqueólogo, Museu d’Arqueologia de Catalunya-Ullastret
Carme ROVIRA Arqueóloga, Museu d’Arqueologia de Catalunya
Maria Eulàlia SUBIRÀ Investigadora Unitat d’Antropologia biològica, Universitat Autònoma de Barcelona
BIBLIOGRAFIA
AGUSTÍ, B., MARTIN, A. (2006): Actes de violència en el període iber. El cas d’Ullastret i altres poblats catalans, Cypsela, 16, Museu d’Arqueologia de Catalunya–Girona, 55-68.
CIESIELSKI, E.; DUDAY, H.; GIRARD, B.; ROURE, R.; MARTIN, A.; AGUSTÍ, B. (2011): La pratique des têtes coupées et les dépôts d’armes en Gaule méditérranéene et dans le nord-est de la péninsule Ibérique, dans Roure, R.; Pernet, L. 2011 (dir.): Des rites et des hommes. Les pratiques symboliques des Celtes, des Ibères et des Grecs en Provence, en Languedoc et en Catalogne. Eds. Errance, collection Archéologie de Montpellier Agglomeration AMA 2: 113-163.
ROVIRA, M.C. (1999): Las armas-trofeo en la cultura ibérica: pautas de identificación e interpretación, Gladius 19, CSIC-Instituto Histórico Hoffmeyer-Instituto de Historia, 13-32.
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