Abril de 1865, la Guerra de Secesión, que ha devastado los Estados Unidos de América desde su estallido en 1861, está llegando a su final. Tras 10 duros meses de asedio entre Richmond y Petersburg, el Ejército confederado de Virginia del Norte abandona las trincheras con el objetivo de ir a reunirse con las fuerzas que aún combaten en Virginia del Norte, perseguido rápidamente por las tropas unionistas, que no quieren dejar escapar a su emblemático oponente.Tras una serie de encuentros y escaramuzas de diversa importancia, el Ejército unionista consigue atrapar a los confederados cerca de la localidad de Appomattox Court House. La batalla de Appomattox, la última de la Guerra de Secesión, estaba a punto de comenzar.
Al alba del 9 de abril, el general confederado Robert E. Lee lanza una ofensiva para romper el frente unionista pensando que está formado al completo por caballería, pero cuando se da cuenta de que los jinetes del general federal Sheridan están apoyados por dos Cuerpos de Ejército de infantería y que la derrota en la batalla de Appomattox es inevitable, comprende al fin que la mejor opción es rendir su fuerza ante el teniente general Ulysses S. Grant, quien tras rendir Vicksburg en 1863 ha dirigido el esfuerzo bélico federal.
Así, ese mismo 9 de abril de 1865, el general Robert E. Lee firmó en Appomattox la rendición del Ejército confederado de Virginia del Norte, el más emblemático de todos los que combatían por la Confederación; aunque su disolución no se formalizaría hasta el día 12, momento en el cual soldados y oficiales abandonaron definitivamente las armas y llegó la paz a Virginia. Tras este acontecimiento solo era cuestión de tiempo que las demás fuerzas confederadas se fueran rindiendo, dando fin a la Guerra de Secesión y origen a una nueva nación.
Siempre he tenido sentimientos contrapuestos sobre la Guerra Civil americana. Primero he de decir que considero más correcto llamarla Guerra de Secesión, pues se trataba de que unos estados separatistas querían construir su nación rompiendo la patria común.
Desde luego, ese sólo fin por parte de la Confederación hace que mis simpatías se dirijan hacia la Unión. Sin embargo, como combatientes, los confederados demostraron ser muy superiores, más valerosos y más entregados que los unionistas. Los mandos confederados también fueron más hábiles y profesionales que los del Norte. ¿Cómo es posible que un «país» como el Sur, con 6 millones de personas, sin industria y con un armamento básicamente ligero batiese repetidas veces al otro «país» con 22 millones de habitantes y la mayor industria del planeta?.
Mi profunda oposición a la causa e ideales sudistas no me ciega como para no aceptar que fueron unos soldados formidables con unos oficiales muy competentes. Pero viva el ejército de la Unión.