Fue rey de Macedonia desde el 360 al 336 a.C., famoso por sus tácticas militares y por iniciar el expansionismo hacia Asia que su hijo Alejandro Magno heredará y continuará con éxito, tras el magnicidio cometido por Pausanias en 336 a.C. La principal característica del rey Filipo II sin duda fue la de gran guerrero. Numerosas son sus victorias en batalla e imitadas sus técnicas militares (véase «La reforma de la infantería en el s. IV a. C.: de Ifícrates a la falange macedonia» por Nick Sekunda y » La caballería macedonia» por Jorge Juan Moreno Hernández) que posteriormente Alejandro perfeccionaría. Tales fueron las batallas y su envergadura, que quedaron reflejadas en el propio cuerpo de Filipo. Numerosas fueron las heridas de guerra, de las cuales destacan una flecha que atravesó su ojo derecho causándole su pérdida y la cojera provocada por una lanza en la pierna.
Posible ubicación de la tumba de Filipo II
Muchas son las razones que autores de la literatura clásica aluden respecto al asesinato de Filipo II (véase «¿Quién mató a Filipo?» por Eduardo Kavanagh), pero de lo que no cabe duda es que Pausanias fue su asesino y Alejandro el beneficiado.
El halo de misterio que envuelve a la muerte de Filipo II llega hasta nuestros días. El caso es, que de momento no se aporta luz a los motivos pero sí que se conoce donde se ubica su tumba, o eso creíamos…
La controversia está servida
Una nueva investigación a manos de Juan-Luis Arsuaga y Antonis Bartsiokas en el conjunto funerario de Vergina (Grecia), compuesto por tres estructuras funerarias principales, ha ubicado la tumba de Filipo II junto con su segunda esposa Cleopatra y su hijo recién nacido en la Tumba I. La controversia nace porque tradicionalmente los restos del rey se habían situado en la Tumba II porque cuadraba con la tradición literaria clásica y por el ajuar rico en frescos con escenas de Filipo y Alejandro, coronas reales y cofres con la estrella argeada. Además, el acto funerario que autores como Justino relatan, fue por incineración.
El reciente artículo publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) por Arsuaga y Bartsiokas, desmonta las teorías planteadas hasta ahora. Investigaron antropológicamente la Tumba I, cuya estructura funeraria es de aspecto heroico y no real. Descubrieron que en el interior había 3 individuos de edades aproximadas similares a la familia de Filipo II. El individuo 1 (masculino) de 45 años de edad, el individuo 2 (femenino) de 18 años y el individuo 3 (indeterminado) entre 41-44 semanas.
Los motivos para situar en esta tumba al padre de Alejandro Magno, son sus lesiones de guerra. Aunque sólo se aprecia una de ellas. El individuo 1 presenta una anquilosis masiva en la rodilla de la pierna izquierda que en vida provocaría cojera, una característica que identificaba claramente a Filipo. Además, en el área cervical adherida a partes conservadas del cráneo, según los investigadores puede apreciarse tortícolis propia de alguien que haya tenido que hacer un esfuerzo al caminar con una pierna mal. Pero estos datos no son determinantes al 100%.
En la fotografía se observa la pierna izquierda del individuo 1 con recubrimiento osificado propio de la anquilosis alrededor de un agujero que atraviesa la rodilla de izquierda a derecha. Arsuaga y Bartsiokas defienden que el agujero fue causado por la famosa lanza que atravesó la pierna de Filipo II tres años antes de su muerte.
Muchos antropólogos físicos no están de acuerdo con el diagnóstico, dado que el agujero debería estar osificado por completo dada la lentitud de la cura y la cuantía de los años transcurridos desde el accidente. Otros investigadores adeptos a la teoría tradicional de la Tumba II, hacen la vista atrás a los textos clásicos, y defienden que no se hace mención a qué parte de la pierna atravesó la lanza y recuerdan que Filipo fue incinerado y no inhumado. En su defensa, Arsuaga y Bartsiokas acusan a las fuentes literarias de no decir la verdad, en particular las de Justino, ya que era romano y escribió la crónica de la muerte del rey de Macedonia a posteriori e intentando romanizar el acto funerario. Los romanos practicaban la cremación o incineración, no la inhumación.
El choque entre la arqueología tradicional de las fuentes escritas frente a la arqueología científica del laboratorio queda de manifiesto en un caso como este con lo que es complicado tomar partido, ya que los argumentos de ambas partes son válidos aunque no sabemos si certeros.
Como ejercicio de reflexión habría que analizar… Si la tradición se impone sobre la razón o si el “nombre” de los investigadores se impone sobre la ciencia.
Ver: Desperta Ferro Antigua y Medieval n.º21: Filipo II de Macedonia
Pero es verdad que la rodilla lesionada es un argumento muy fuerte. ¿Quién podría ser el bebé en la tumba si no?