La Guerra Civil sigue siendo objeto de un interés apasionado y la figura de los corresponsales de guerra uno de los ámbitos donde la historia sigue ofreciendo gratas novedades, que esta vez llegan con el ritmo narrativo de una novela que tiene detrás una profunda y exhaustiva documentación. Robert Capa, su preciada maleta mexicana, su relación con Gerda Taro, la controvertida fotografía del miliciano alcanzado por una bala… Os invitamos a seguir nuestra charla con el Miquel Manzano sobre estos temas, la propia guerra civil o el fenómeno del periodismo de guerra. Temas que anticipan que nos encontramos ante una novela ciertamente interesante. También os recomendamos que visitéis el blog de El miliciano abatido.
P: ¿Qué te animó a acercarte a la figura de Robert Capa con tu novela y que pretendes transmitir con ella?
R: Como entusiasta de la historia y de la fotografía, la vida de Robert Capa siempre me había fascinado. Una vida de superación personal y muy especialmente de compromiso social con los más débiles y oprimidos, ya fuera cubriendo la huelgas de trabajadores en las fábricas de coches en el extrarradio de París a principios de los treinta o arriesgando su vida al cubrir conflictos bélicos como la Guerra Civil, la Segunda Guerra Mundial, la segunda guerra Sino-Japonesa, Israel, Indochina, etc. La controversia de la popular fotografía El miliciano abatido, considerado por muchos como “el santo grial del fotoperiodismo”, me animó a investigar sobre su historia y veracidad. En nuestro país se ha escrito muchísimo sobre la Guerra Civil desde la visión de ambos bandos, “vencedores” y “vencidos”. En la novela el Miliciano abatido, Diario de guerra de Robert Capa he intentado ofrecer una perspectiva inédita del conflicto. Una que reflejara la percepción, los sentimientos y las motivaciones de los miles de reporteros, fotógrafos y brigadistas internacionales que decidieron dejar sus complacientes vidas y viajar a España a dar su vida por un ideal revolucionario. El objetivo principal de la novela es reivindicar la importancia y el poder de la memoria mediante la fotografía documental. Un instrumento que nos ha permitido durante mucho tiempo poner de relieve las consecuencias de nuestras acciones en nuestra sociedad y en generaciones futuras. Los sucesos de la Guerra Civil Española aún hoy, condicionan nuestro país y nuestra sociedad actual.
P: ¿Explícanos, sobre todo para quién conozca en menos detalle la trayectoria de Capa, el valor del hallazgo en su día de la Maleta Mexicana?
R: Dicha maleta, que contenía unos 4500 negativos inéditos de la Guerra Civil, apareció de manera sorprendente y casi milagrosa después de casi setenta años de estar desaparecida. En ella había instantáneas tomadas por Robert Capa, Gerda Taro y David Seymour, tres apasionados fotógrafos judíos antifascistas que arriesgaron (y perdieron) su vida ejerciendo su peligroso oficio de reporteros de guerra. El contenido de la Maleta es un documento histórico de incalculable valor que Robert Capa legó a un amigo poco antes de emigrar a Estados Unidos con el avance de los nazis en Francia. Por motivos que se desconocen, la maleta acabó en manos de un diplomático mexicano que trabajaba en el consulado mexicano en Vichy. El hermano de Capa, fundador del ICP (International Center of Photography) pasó toda su vida buscando la maleta que su hermano le había explicado que se perdió al empezar la Segunda Guerra Mundial. Poco antes de que Cornell Capa muriera, el ICP consiguió recuperar la anhelada maleta que contenía imágenes de García Lorca, del presidente Companys, de la Pasionaria, del frente de Aragón y, tal como se esperaba, sobre la secuencia del Miliciano Abatido de Cerro Muriano. Desgraciadamente el negativo del Miliciano no apareció. Además el magnífico contenido gráfico de la Maleta Mexicana consiguió hacer justicia con Gerda Taro. La fotógrafa y amante de Robert Capa había desempeñado una labor documental excepcional a lo largo del conflicto español aunque, desgraciadamente, su reconocimiento se vio mermado por la leyenda del fotógrafo húngaro. Las muchísimas fotografías de Gerda que se encontraron en la Maleta muestran una gran fotógrafa, con una sensibilidad y instinto periodístico excepcionales, que de seguro hubiera conseguido un lugar de honor en el Olimpo de los grandes fotoreporteros de la historia.
P: Con esta novela has tenido ocasión de profundizar en la controversia que rodea a la famosa fotografía del miliciano abatido y su veracidad. ¿Cuál es el estado actual de esta polémica y cuál es tu opinión personal?
R: La autenticidad de la fotografía El Miliciano Abatido es crucial en la novela puesto que da título a la misma. Mi posición es muy clara: la fotografía es auténtica, aunque sí es cierto que los fotógrafos Capa y Taro estaban escenificando (una práctica habitual entre los fotógrafos de la época) cuando el miliciano recibió el impacto mortal. Un historiador español del mismo pueblo que el miliciano de la fotografía realizó una meticulosa investigación que relato en el epílogo del libro titulado Se cierra el círculo: “Cuando el historiador español de Alcoy, Ricard Bañó leyó la primera biografía de Whelan sobre Capa, quedó gratamente sorprendido al saber que la fotografía del miliciano abatido fue tomada en Cerro Muriano, donde sabía que muchos jóvenes de su pueblo estuvieron luchando durante la Guerra Civil. Bañó se lo dijo a su amigo Mario Brotons quien, casualidades de la vida, pertenecía a la columna alcoyana que aquel 5 de septiembre combatió en Cerro Muriano. A partir de aquel instante, Brotons empezó a interesarse por el tema y se propuso descubrir quién era el joven abatido de la célebre instantánea. Brotons se acordaba de que aquel mismo día había escuchado que Federico Borrell García, conocido como Taino, había sido abatido. Pero era consciente de que la información se debía confirmar ya que aquel día, como en la mayoría de jornadas en el frente, hubo más bajas. Así que Brotons empezó una ardua y meticulosa investigación en los archivos locales de Alcoy y en los archivos militares de Madrid y Salamanca, confirmando lo que suponía. Federico Borrell García fue el único miliciano de la columna alcoyana que perdió la vida aquel trágico día. Para disipar más dudas, Brotons enseñó la fotografía de Capa a la viuda del hermano menor de Federico, Evaristo, quién confirmó la identificación”. En el mismo capítulo incluyo un análisis forense que ratifica la autenticidad de la fotografía. Para refutar esta suposición, Whelan (el biógrafo oficial de Robert Capa) se puso en contacto con un experto forense, el capitán Robert L. Franks, el detective jefe de la sección de homicidios del Departamento de Policía de Memphis. Éste analizó las fotografías del momento de la muerte como si se trataran de una auténtica prueba en un caso de asesinato. El forense hizo las siguientes apreciaciones ante la pregunta de si el miliciano podría estar posando para la foto: “No lo creo, si nos fijamos en la respuesta reflejo del hombre. Como podéis observar, la mano izquierda del soldado, que se puede ver parcialmente bajo la pierna izquierda, está en una posición semicerrada. Si la caída hubiera sido realmente fingida, la mano estaría del todo abierta para intentar parar el golpe”. Franks también señaló que la posición de los dedos, un poco encorvados hacia la palma de la mano, indicaban que los músculos del hombre se estaban aflojando y que su cuerpo había entrado en el proceso de la muerte y que se estaba apagando rápidamente. Por si fuera poco, la manera como el miliciano sostenía el fusil indicaba que no esperaba utilizarlo enseguida y no lo deja caer, acción que hubiera realizado para intentar parar el golpe. Por si fuera poco, a finales del año 2013 en ocasión del centenario del nacimiento del fotógrafo el ICP (International Center of Photography) organización que gestiona su legado, ha dado a conocer una entrevista inédita a Robert Capa de la década de los 40 en la que el periodista le pregunta por la controvertida fotografía que lo catapultó a la fama. En ella el fotógrafo explica que la fotografía la tomó mientras escenificaban con los milicianos. Conociendo al bravucón y zalamero fotógrafo, de haber mentido no lo hubiera hecho a medias tintas, diciendo que estaban escenificando y que de repente algún nacional alcanzó al miliciano. Algo que no hubiera sido muy glamuroso. Si hubiera mentido podía haber dicho que tomó la fotografía en medio de una batalla arriesgando su vida como había hecho en numerosas ocasiones. Más que concluir con un veredicto favorable o desfavorable sobre la cuestionada fotografía y, especialmente, sobre la integridad del mismo Robert Capa, (algo prácticamente imposible al no disponer de los negativos de la muerte del miliciano abatido) valdría la pena reflexionar si las miles de instantáneas tomadas por el mismo fotógrafo no son suficientes para corroborar y admirar su estilo fotográfico. Un estilo directo, arriesgado e intrépido. El estilo y su compromiso humano, más que una única instantánea, es lo que caracteriza o define a un artista o a un fotógrafo.
P: Ciertamente da la sensación de que los reporteros de guerra, junto a otros periodistas e intelectuales que estuvieron en España, contribuyeron a crear una visión particular del conflicto quizá antes de que lo hiciera la propia historiografía. ¿Serías capaz de resumirnos cuál era la visión que tenía Capa del fenómeno de la guerra y, en concreto, de la Guerra Civil española?
R: Capa, aunque por circunstancias de la vida se había convertido en un reportero de guerra (él había estudiado periodismo y le hubiera gustado ganarse la vida como escritor), era un pacifista y apolítico declarado. No contempló jamás la idea de luchar con la fuerza como muchos de sus amigos alemanes, franceses, ingleses decidieron. Su arma siempre fue su cámara. Aunque sí apoyó decididamente la causa republicana y militó en su juventud en organizaciones de izquierdas, pronto adoptó una mirada escéptica a cualquier tipo de organización política y especialmente militar. En España sin duda comprobó los desmanes de la izquierda radical y del comunismo feroz de la Unión Soviética. Una frase que podría definir muy bien su postura podría ser la siguiente: «Mientras unos apuntan para matar, otros lo hacen para inmortalizar. He aquí dos maneras opuestas, como el naciente del poniente, de entender la vida».
P: ¿Se percibe alguna transformación en Capa a lo largo de la guerra? Tanto en lo profesional como en lo personal?… la reacción a sus experiencias vitales como la relación con personajes como Hemingway, Matthews, Buckley y, sobre todo, ante la pérdida de Gerda Taro en el frente de Brunete.
R: Efectivamente se produce una evolución personal del fotógrafo a través del conflicto de la Guerra Civil. En sus primeras fotografías se aprecia una visión muy idealizada del conflicto, con imágenes de milicianos y campesinos alegres y optimistas. Apenas hay imágenes sangrientas con víctimas. A medida que el conflicto avanza, las imágenes se recrudecen hasta llegar al reportaje del 15 de febrero que cubrió el éxodo masivo de los casi medio millón de refugiados que se dirigirían de Tarragona hacia Barcelona y posteriormente cruzarían la frontera francesa, en las que se aprecia un interés más acusado por retratar la muerte y el horror. El horror de la guerra, las miles de vidas sacrificadas en el altar de la República, o de “Una Grande y Libre”, y muy especialmente la pérdida del amor de su vida Gerda Taro, de la que se sentiría toda la vida culpable puesto que él la había introducido en la peligrosa profesión, provocaron en él un sentimiento de profunda amargura y desesperación. A lo largo de su vida vemos como el personaje va desarrollando una actitud vital depresiva y muy cercana a la autodestrucción. En algunos de sus trabajos como en el desembarco de Normandía del 6 junio 1944 en el que decidió lanzarse al mar (literalmente un auténtico cementerio flotante) se puede apreciar una actitud casi suicida. Una de sus míticas frases muestra su radical actitud vital: «Es curioso, pero te sientes más vivo y más excitado cuanto más cerca estás de la muerte». Sin duda alguna, la interacción con otros reporteros y periodistas internacionales con los que coincidió como Matthews, Kim Philby (corresponsal para The Times que resultaría ser un agente doble) o Hemingway, con el que compartía su afición por el riesgo, las mujeres, el juego, la bebida, y curiosamente ambos habían empezado su carrera en París, también marcaron su carácter y su estilo periodístico. El escritor americano quien había estado presente en la Primera Guerra Mundial y con quien entablaría una excelente amistad por el resto de su vida se convertiría en un auténtico referente para el joven fotógrafo húngaro.
P: Algunos reporteros españoles que cubrieron la guerra desde ambos bandos puede que hayan quedado algo eclipsados por las figuras como Capa que acudieron a España con motivo de la guerra. ¿Has tenido ocasión de tratar el papel de estos periodistas en tu novela? ¿Llegaron a tener Capa o su entorno alguna relación con colegas españoles?
R: Ciertamente los reporteros españoles que cubrieron el conflicto quedaron eclipsados por los “grandes fotógrafos“ llegados de otros países. Principalmente porque la repercusión de sus fotografías en los numerosos medios internacionales como Vu, Ce Soir, Regards, Picture Post, Life, Berliner Illustrierte Zeitung u otros, era mucho mayor que la que pudieran conseguir los reporteros locales. Fotógrafos como Capa y Taro fueron de gran utilidad para dar a conocer la causa republicana en todo el mundo, ignorada por la gran mayoría de potencias mundiales. Se sabe que Capa realizó varios trabajos periodísticos como reportajes fotográficos e incluso películas propagandísticas encargados por los propios republicanos. Algunos reportajes se enviaron a distintas embajadas extranjeras (como Londres o París) con la intención de conseguir aliados que apoyaran al maltrecho y desamparado bando republicano. Efectivamente, en la novela he intentado tratar el papel de los reporteros de ambos bandos de una manera que se ajuste a la realidad histórica que vivieron. De esta manera relato las vivencias, costumbres y dificultades que encontraron para cubrir el conflicto tanto reporteros del bando nacionalista como el jerezano José Demaría Campúa, Michelle Francone (en este caso un fotógrafo que cubría las fuerzas italianas) y del bando republicano como Agustí Centelles, entre otros.
P: En Desperta Ferro estamos más habituados al ensayo y las publicaciones académicas, así que nos interesa particularmente cómo es la labor de documentación histórica que hay detrás de una novela histórica. ¿Nos puedes contar tu experiencia?
R: Como escritor de novela histórica comparto muchos principios con la investigación histórica puesto que la metodología de trabajo está basada en una rigurosa documentación previa y un análisis de las fuentes. Con la intención de crear un relato lo más objetivo posible he tomado como guía la obra del historiador Paul Preston, un hispanista británico de gran prestigio, reconocido y aceptado por ambos bandos del conflicto. Otras obras, y las biografías de los personajes principales Robert Capa, Gerda Taro, David Seymour, Henri Cartier-Breson me han ayudado a la hora de enriquecer los pasajes con multitud de anécdotas, vivencias y detalles históricos. Esta ficción histórica está repleta de personajes reales de los que poseemos un gran registro histórico. Me atrevería a decir que un 90% de los personajes que salen en la novela son reales, lo cual le da al relato veracidad y mayor interés.
P: En tu novela prestas atención a temas trascendentales desde un punto de vista histórico. Uno de ellos, las Brigadas Internacionales, que siempre han sido uno de los sujetos preferidos por la historiografía de la Guerra Civil. A pesar de ello, ¿has detectado aspectos sobre los brigadistas en España que consideres novedosos o menos conocidos por parte del público?
R: En el libro trato la singularidad de las diferentes brigadas internacionales que movilizaron a unos 40 000 soldados procedentes de 53 países. Las había de todo tipo y condición, como la popular Brigada Lincoln, la primera fuerza armada estadounidense no segregada de la historia. Paradojas de la vida, en su país de origen, blancos y negros todavía vivirían segregados por unos cuantos años. Dicha brigada estaba compuesta por unos 100 negros y un tercio de ellos eran judíos. En otras brigadas incluso había soldados chinos que habían acudido a las oficinas de reclutamiento internacional que había en París, a pesar de que el estado francés nunca apoyó a la República. A lo largo de la novela intento recompensar el esfuerzo del lector con detalles históricos curiosos como que la moneda más internacional de la actualidad, el Dolar Americano se inspiró en el Real de a Ocho (el Spanish Dollar), una moneda de uso común durante varios siglos en los que España era una potencia mundial.
P: La Guerra Civil es desde luego un hito en la historia del periodismo de guerra. Sabemos que eres un gran aficionado a la fotografía y muy probablemente al fotoperiodismo. ¿Te atreverías a hacernos una reflexión general sobre el papel que juega el periodismo de guerra en la comprensión de los conflictos bélicos? ¿Cómo crees que ha evolucionado esa profesión desde los tiempos, quizá aún románticos, de Capa durante la Guerra Civil?
R: Robert Capa, sin duda alguna, fue un visionario avanzado a su época y tuvo el enorme privilegio de crear escuela en una profesión que hoy parece estar destinada a desaparecer; a causa principalmente de las dificultades económicas globales con la imperante necesidad de recortar costes y por la incursión en el periodismo de las nuevas tecnologías. Desgraciadamente los reportajes de calidad y profundidad son difíciles de encontrar en los medios contemporáneos y la cobertura fotográfica de los sucesos la mayoría de las veces se produce con demasiada premura y poco rigor. Quizás el futuro del fotoperiodismo pase por el cooperativismo, con un Magnum 3.0 como Capa ya vislumbró décadas atrás.
Muchas gracias por contestar a nuestra entrevista, Miquel, que en cierto modo se ha convertido en un pequeño ensayo improvisado sobre la figura de Capa y el fotoperiodismo en la Guerra Civil.
Si la autenticidad de la fotografía de Muerte de un miliciano de Robert Capa es crucial para la novela El miliciano abatido, de Miquel Manzano, lamento decirle que en 2009 quedó demostrado que esta fotografía fue realizada en la localidad de Espejo y no en Cerro Muriano, así como que durante la estancia de Capa en Espejo no hubo ningún acontecimiento bélico y por lo tanto, ningún muerto. Es una fotografía totalmente escenificada. Libro Sombras de la fotografía de J. M. Susperregui, editado por la Universidad del País Vasco en 2009. Si desea más información sobre esta fotografía la podrá encontrar en el siguiente enlace: https://www.unav.es/fcom/communication-society/es/articulo.php?art_id=567
Todo lo que digo es cierto. Entonces para que valen las investigaciones? Si como el autor afirma en la entrevista que la foto del miliciano es crucial en su novela, y lo dice después de una publicación académica, que ha pasado sus controles, que ICP acepta que la foto no fue en Cerro Muriano sino en Espejo, que el New York Times dedica un editorial titulado Falling Soldier, August 29, 2009, llamando la atención a International Center of Photography, después de toda esa información, si el autor sigue empecinado en Cerro Muriano, lo siento mucho, pero no puedo aceptar tales comentarios por su parte.
Buenos días José Manuel, disculpa por el malentendido, tu comentario no se ha anulado, simplemente han de aprobarse manualmente por el administrador web (servidor), que he estado de vacaciones hasta hoy. Ya lo tienes aprobado, cosa que hago con todos los comentarios, sean de la opinión que sean, mientras que no ofendan, y disculpa las molestias.
Un saludo cordial
Muy intetesante!
Nunca he dudadovde la poca verosimilitud de la escena, así como de la oportunidad de la situación de un fotógrafo situado en el lugar y en el momento.
Sea como fuere, el impacto provocado en el espectador fué monumental, la imagen circuló por todo el mundo con gran espectsción, asombro y éxito. Se convirtió en un ‘icono’, en una referencia simbólica, y hasta artística, a lo largo de los años, las épocas y generaciones. (Que raramente se hicieron preguntas más allá de las básicas).
Yo he llegado a leer o escuchar opiniones de «expertos» en la materia, que defendían una teoría que ha causado mi asombro y posterior desconfianza hacia TODO lo que creía saber y conocer de la Historia y ya, la vida, en general:
Se pone en cuestión la autoría de muchas fotografías de Capa (por cuestiones técnicas, biográficas, cronológicas, etc). Se empieza a atribuír la autoría de muchas imágenes a Gerda Taro !!??