Daniel E. Sutherland se doctoró en Historia en 1976 en la Wayne State University. Ha sido profesor de la Wayne State University, del Mercy College de Detroit, de la Universidad de Alabama y del McNeese State antes de serlo de la Universidad de Arkansas, de la que es profesor titular de Historia. Su ámbito de investigación principal se centra en la Norteamérica del siglo XIX, sobre todo en la Guerra de Secesión. Es autor de ocho libros y editor de cinco más. Ha publicado más de cincuenta capítulos en obras colectivas y artículos, tanto en revistas de divulgación como en publicaciones académicas. Ha recibido más de cuarenta distinciones, premios y becas de investigación, y cinco de sus libros han sido elegidos por el History Book Club.
P: ¿Cuándo descubrió su pasión por la historia militar? ¿Por qué la Guerra de Secesión?
R: ¿A qué niño no le gusta la Historia militar? A mi de hecho me gustaba, inicialmente gracias a las películas de Hollywood y ya en mi adolescencia, coincidiendo con el Centenario de la Guerra de Secesión en la década de 1960, comencé a leer sobre ella. Empecé a elaborar un álbum de recortes sobre la guerra (que todavía conservo) y ahorré mi paga hasta que pude comprar mi primer libro (no solo de Historia, sino mi primer libro en términos absolutos), Divided We Fought. Era básicamente un libro de imágenes, lleno de fotografías de Matthew Brady, Timothy O’Sullivan y otros fotógrafos de la Guerra de Secesión, aunque también incluía texto a cargo de David Donald. A este le siguió American Heritage History of the Civil War, de Bruce Catton. Tuve la suerte de tener un activo profesor de estudios sociales, el Sr. McBrien, que además era un entusiasta de la Guerra de Secesión y transmitía esta pasión a sus alumnos. Finalmente, aunque nací en el Norte, mi familia era del Sur, mi madre de Tennessee y mi padre de Virginia, por lo que siempre tuve implicaciones personales directas con el Sur y con la guerra.
P: Hasta hace bastante poco los académicos españoles prestaban escasa atención a la Historia militar. ¿Cuál es la relación que existe entre el ámbito universitario y la Historia militar en los Estados Unidos? ¿Tiene la Historia militar una importancia relevante en sus planes educativos?
R: Este es un tema controvertido en los EE. UU. Hay algunas universidades, como la Ohio State, Texas A&M y Kansas State que tienen buena reputación en este ámbito. Sin embargo, desde la Guerra de Vietnam muchos profesores estadounidenses, tanto dentro como fuera de los departamentos de Historia, y en su mayoría de tendencia liberal, comenzaron a relacionar la enseñanza de la Historia militar con la promoción de la guerra y del militarismo. En lo que respecta de forma específica a la Guerra de Secesión hay profesores que se enorgullecen de enseñar esta materia ¡sin siquiera analizar ninguna campaña o batalla! La parquedad de miras de este tipo de aproximación al tema habla por sí misma, pero no deja de ser un obstáculo para la imagen de la Historia militar como una especialidad con protagonismo propio en el ámbito académico.
P: El número de títulos dedicados a la Guerra de Secesión es abrumador. Tanto en nuestro ultimo número de Desperta Ferro Historia Moderna n.º2: El estallido de la Guerra de Secesión como en Desperta Ferro Historia Moderna n.º7: Vicksburg 1863 tuvimos el honor de colaborar con varios autores profesionales de renombre, tales como Peter Cozzens, John Quarstein o Michael Ballard. ¿Cuál cree Vd. que es la principal diferencia que existe entre el trabajo de un escritor profesional y el de un académico, en términos de investigación y divulgación? ¿Qué peso cree Vd. que tiene el mundo universitario estadounidense en la divulgación de la historia militar de la Guerra de Secesión?
R: La historiografía de la Guerra de Secesión cuenta con una larga tradición de autores que podríamos calificar como «populares» como contrapartida a los «profesionales», nombres como Carl Sandburg, Bruce Catton y Shelby Foote. Les califico así porque su público principal es un lector no académico y porque estos autores son escritores de profesión y no investigadores. Carl Sandburg, que escribió una biografía de Abraham Lincoln enormemente popular, fue uno de nuestros más grandes poetas, mientras que Bruce Catton era un periodista y Shelby Foote un novelista. Las historias que contaban eran muy buenas, pero su investigación se limitaba a fuentes ya publicadas, raramente hacían trabajo de archivo y tendían a subestimar la complejidad de los acontecimientos. Dicho esto, los autores populares/profesionales de la actualidad, como Cozzens y Ballard, sí que investigan en los archivos y entienden la importancia y el poder revelador de los documentos inéditos. De hecho, dudaría antes de incluir a Ballard en esa categoría ya que, como archivero universitario, es de hecho parte del mundo académico, lo cual puede apreciarse en su obra. En comparación con otros autores populares, presta más atención a la historiografía de la guerra e inserta su historia militar dentro del contexto social, político y económico de la época, ofreciendo, en otras palabras, un relato más completo y complejo.
P: Vd. ha prestado una atención especial a la guerra en el Oeste. En el artículo que escribió para Desperta Ferro Historia Moderna n.º7: Vicksburg 1863 desarrollaba conceptos como el papel de la guerrilla o de la esclavitud en el “Sur Profundo”. ¿Por qué fue este teatro de operaciones tan distinto del Este?
R: Las diferencias más obvias entre ambos teatros de operaciones es la propia vastedad de las distancias del Oeste con respecto al Este y los diferentes objetivos estratégicos de cada bando. La logística, las líneas de comunicaciones, el movimiento de las tropas… todo era más complicado en el Oeste (y mucho más al otro lado del Misisipi). La orografía era una auténtica pesadilla, plagada de montañas, ríos y pantanos, a lo que en el Sur Profundo había que añadir el calor y la humedad, que para los soldados, especialmente para los de la Unión, eran más dañinos aún que el ejército enemigo. Las enfermedades, con frecuencia resultado directo del clima, estaban a la orden del día. Los objetivos estratégicos en el Oeste tenían más que ver con la captura de dichos obstáculos mediante el control de las líneas de comunicación (ríos y líneas férreas) que con la conquista de plazas. Vicksburg era importante porque controlaba el comercio en un tramo vital del Misisipi. Por tanto, las operaciones conjuntas entre efectivos navales y terrestres eran más importantes aquí que en el Este.
Hay que tener en consideración que cuando hablamos del «Este» en realidad nos referimos solo a Virginia, Maryland, una parte de Carolina del Norte y, únicamente como consecuencia de la campaña de Gettysburg y la incursión en Chambersburg, Pensilvania. La estrategia en el Este durante al menos la primera mitad de la guerra se centraba exclusivamente en Richmond: su captura era el objetivo de las fuerzas de la Unión mientras que su defensa era primordial en opinión de los confederados. El ejército de Robert E. Lee no se convirtió en el centro de las operaciones hasta que Ulysses S. Grant no asumió el mando, a comienzos de 1864, que entendió que Richmond no podría ser conquistada hasta que el Ejército del Norte de Virginia no fuera rendido.
P: Vd. ha estudiado el impacto social de la Guerra Civil en el frente interno de la Confederación. Nosotros compartimos la idea de que la Historia militar no puede reducirse a los puros aspectos militares, de manera que Desperta Ferro siempre procura establecer relaciones con otros aspectos políticos, sociales, económicos y culturales de las contiendas. Por favor, explíquenos más su interés y motivación en estos ámbitos.
R: Cuando comencé mi carrera, lo hice como historiador social y, de alguna manera, sigue siendo mi principal vocación. Mi primer libro sobre la Guerra de Secesión se llamó Seasons of War y se trataba de un estudio local sobre el condado de Culpeper, en Virginia. Este trabajo abordaba aspectos militares, pero en la línea de lo que en la década de 1980 comenzó a llamarse «nueva Historia militar», que retaba al os historiadores a ir más allá de los «tambores y las trompetas», es decir, a no limitarse al papel desempeñado por los generales y a los detalles estratégicos y tácticos del conflicto. De igual modo, esta nueva corriente era crítica con la visión «de hebilla» (“belt-buckle”) de la historia militar, obsesionada con minucias como el calibre de las armas o el número de botones de las casacas de los uniformes. Los defensores de esta nueva Historia militar pretendían poner el acento en que la guerra es, por encima de todo, una actividad social y uno de los dos principales motores (junto con la religión) de la evolución de las sociedades humanas. Me parecía lógico, por tanto, contar la historia de la Guerra de Secesión desde la perspectiva de una comunidad que se vio a sí misma de lleno en medio de la misma.
Mis dos libros sobre la guerra de guerrilla, A Savage Conflict y American Civil War Guerrillas, son mejores ejemplos quizás de la integración de historia social y militar. Las guerrillas confederadas eran extensiones de sus comunidades y rara vez operaban como parte de los ejércitos. De hecho, la razón única de su existencia era, en ausencia de tropas convencionales, la defensa de sus comunidades –y en sentido más estricto, de sus propiedades y sus familias– de los soldados de la Unión, así como expulsar o castigar a los vecinos que no eran leales a la Confederación. Esta es una historia que tiene más que ver con el frente interno del Sur que con campañas o batallas convencionales.
Incluso cuando he escrito Historia militar «tradicional», como en mi libro Fredericksburg and Chancellorsville, he demostrado tanto interés en la vida cotidiana de los soldados como en los cálculos estratégicos de los generales y los políticos.
P: ¿Qué proyectos tiene en marcha?
R: En la última década he vivido en un universo paralelo. Durante este tiempo he escrito mis dos libros sobre la guerrilla y he iniciado los primeros pasos de una «memoria» sobre esta dimensión de la guerra. Por memoria, acercamiento al estudio de la Historia que se ha puesto de moda en los EE. UU., entiendo el cómo eran vistas las guerrillas después de la guerra: ¿cuál fue su legado? ¿Difirió el recuerdo de la guerrilla en la memoria colectiva nacional de la realidad de la misma? A este tema he dedicado un capítulo de mi último libro, y presentaré un paper sobre ello en la conferencia de 2014 de la Society of Civil War Historians que tendrá lugar en el próximo mes de junio en Baltimore.
Al mismo tiempo, he terminado una biografía del artista estadounidense James McNeill Whistler que se publicará en febrero en Reino Unido y en marzo en los EE. UU. La verdad es que elegí a Whistler porque necesitaba desconectar un poco de la Guerra de Secesión. ¿Mi próximo proyecto? Ni idea, aún me estoy recuperando de publicar tres libros en cinco años.
P: ¿Qué le ha parecido la experiencia de colaboración con Desperta Ferro?
R: Con toda honestidad, he disfrutado de veras de mi asociación con la revista. Para mi era un reto escribir para un público del que asumí de antemano que no tendría el mismo conocimiento sobre la Guerra de Secesión que mis lectores habituales, lo que me obligó a valorar cuidadosamente qué decir y cómo decirlo. Quería tener claro que describía los acontecimientos, las gentes y las circunstancias de la forma más clara posible. Por otro lado agradezco el alto nivel de profesionalismo que he disfrutado a lo largo de nuestra colaboración, y os agradezco la oportunidad de haber podido participar en este número.
Le quedamos agradecidos por la atención que nos ha prestado así como por su destacado trabajo.
Publicaciones de Daniel E. Sutherland:
- A Savage Conflict: The Decisive Role of Guerrillas in the American Civil War (University of North Carolina Press, 2009)
- From Shiloh to Savannah: The Seventh Illinois Infantry in the Civil War, by Daniel Leib Ambrose; editor. DeKalb: Northern Illinois University Press, 2003.
- This Terrible War: The Civil War and Its Aftermath, editor con Michael Fellman y Lesley Jill Gordon. New York: Longman, 2002. Ediciones tanto en tapa dura como en rústica.
- Civil War Arkansas: Beyond Battles and Leaders, co-editor con Anne J. Bailey. Fayetteville: University of Arkansas Press, 2000. También en rústica.
- Guerrillas, Unionists, and Violence on the Confederate Home Front, editor. Fayetteville: University of Arkansas Press, 1999. Elegido por el History Book Club. También en encuadernación rústica.
- Fredericksburg and Chancellorsville: The Dare Mark Campaign. Lincoln: University of Nebraska Press, 1998. Elegido por el History Book Club.
- A Very Violent Rebel: The Civil War Diary of Ellen Renshaw House. editor. Knoxville: University of Tennesse Press, 1996.
- The Emergence of Total War. Fort Worth: Ryan Place, 1996. También en rústica.
- Seasons of War: The Ordeal of a Confederate Community, 1861-1865. New York: Free Press, 1995. Elegido por el History Book Club. Nominado para el Premio Pulitzer. Finalista del Premio Lincoln. Ganador del Premio Laney, Certificado de Mérito de AASLH, y Premio Douglas Southahll Freeman. Edición en rústica de la Louisiana State University Press, 1998. 2ª ed.
- Reminiscences of a Private: William E. Bevins of the First Arkansas Infantry. editor. Fayetteville: University of Arkansas Press, 1992. También en rústica.
- The Expansion of Everyday Life, 1860-1876. New York: HarperCollins, 1989. También en rústica. Edición revisada en rústica de la University of Arkansas Press, 2000.
- The Confederate Carpetbaggers. Baton Rouge: Louisiana State University Press, 1988. Elegido por el History Book Club. Nominado al Premio Pulitzer. Segunda edición en rústica.
- Americans and Their Servants: Domestic Service in the United States, 1800-1920. Baton Rought: Louisiana State University Press, 1981.
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